Sin título
Ay de la soledad del sueño,
por no querer querido
y por conocerte,
oh mi desconocida roca,
dañino.
Soy ya tu morada virtual,
y beato en tu esotérico altar.
Tú en cambio, desconfías
y perdiéndote en él
transformas el agua en lodo,
agrietando el sauce que quiso de ti beber.
Te he vuelto a ver en el mercado
tu cara dibuja una circunferencia
como la mejor de las pintadas lunas
y en ella, se desarrollan pequeños agujeros negros
que abarcan la eternidad de tu nombre
mientras sobre mi calzado de paja
en un indómito baile, tu pelo se distrae .
A la vuelta,
el frió del amor amado me consume
y entre harapos, sin alforja,
maldigo la eterna y sórdida rotación terráquea,
que por renacer, no para,
arrastrando consigo
obsoletos nacimientos.