jueves, abril 12, 2007

Mudanza

Debido a que comulgo con los valores de la licencia GPL, y debido a que intento ser coherente, me mudo a ésta dirección, con una presentación más austera, no cabe duda, pero seguro que más pura.

jueves, marzo 29, 2007

Sombras lunares

Yo también recitaría ante el sol,
y renunciaría a las lunas,
aguantaría el cielo sobre mis manos,
y la tierra con mis pies.

Yo también me perdería en lo pintoresco,
y agregaría sonoridad a mis palabras,
me ahogaría buscándote en la nada,
y me alimentaría de la brisa de tu paso.

Yo también lo haría,
sino fuera porque fauces hambrientas me persiguen,
sino fuera porque alaridos metálico me penetran,
sino fuera porque umbrales de divisas me corrompen,
y sino fuera porque lágrimas de sangre me ahogan.

Mi aire que es verdad se acaba,
mi sangre que es solidaridad se espesa,
mi comida que es libertad se agria,
y mi ser que es tolerancia se encierra.

Pero hoy, juro que hoy,
todo será diferente,
llegaré hasta el final de la vereda,
contra el tiempo y contra mí,
porque hoy,
acabaré con esa necedad llamada necesidad.


















sábado, marzo 10, 2007

Untitled

En el camino te encontré (o quizás me encontraste tú), en aquellas tardes de soledad y anhelos. Anhelos de amores imposibles, de quimeras y abordajes, anhelos hechos de anhelo. Y en esta telaraña hiciste que descubriera la contemplación, que sólo se produjo cuando mi cuerpo, hasta entonces polvo de estrellas, se colmó sentimiento. Emergió, éste, avisando que nada volvería a ser igual, y razón no le faltaba.

Un, dos y tres. Un portal céntrico, una mirada, un beso, y puede que alguno más. El agua se hizo río, y qué río aquel, que empezó a fluir con la humedad de tu boca. Esos labios finos fueron por los que, más tarde, mis piernas brincaban en la intimidad de mi alcoba. Satisfechos como no lo estuvieron nunca.

El día oscureció, para beneficio de la duda. Y el mismo tiempo que de placer me coronó tuvo tiempo, ¿Cómo no tratándose de él mismo?, para mi destrone. ¿Cómo yo, simple mortal, había desafiado a los dioses poniendo en duda su condición?, ¿Cómo alguien había osado a probar la miel del panal de Hator? Y sobre la sombra de su sicómoro, alargada, con forma de champiñón gigante, reflexioné. No pudo caber otro recurso que no fuera el misticismo, pensé, ¿Qué otra opción cabría cuando por incapacidad se desconoce la entrada a la vida? Así que a duras penas me toco bailar con la fea, con la razón, a la que pise en no menos de tres ocasiones.

¿Te acuerdas de la mañana, seguramente repleta de aciaga lluvia, en la que no fui capaz decirte que quería quedar contigo otro día?, mis ojos huían de tu ser, y mi cuerpo trémulo se fustiga por tal impotencia. ¿Cómo ibas a acordarte si no lo viviste? Que comienzos aquellos… ¡Cuán caro un beso! Sólo el tren del olvido fue capaz de hacerme superar aquella guerra interna que se operaba en mí, a la izquierda el tímido y a la derecha el razonable. Secuelas sufro aún del primero de los bandos. Seguro que algún día las superaré.

Volvimos a quedar, con más y más frecuencia, ¡Qué lengua canalla!, ¡Qué lengua! ¿Es posible que aún conserve boca? También hablamos, cualquiera que fuera tu verdad era la mía, cuantas veces maticé tus pensamientos en mi dormitorio imaginando hacia qué lado se dirigían, y créeme si te digo, que en todos me gustabas, y me gustas, pero ya sabes, cascarrabias de mí, ahora apuntillo todo, incluso cuando no es necesario.

Por aquellos tiempos puede que sufrieras algún embuste, pero no fue tal cuando te dije que aquel cuerpo era lo más bello que había visto nunca, como hartarme del cielo, toque lo indecible y más. Y tú hiciste lo mismo. ¿Entraba tanto ardor en aquellos seres tan diminutos? Que infortunada fue mi inocencia, que casi nos costo frutos. No pude penetrar en tu ser, entonces, como tú lo hiciste en mi alma. Pero todo llego. ¿Hubo primera vez? ¡Claro que la hubo!, y las sigue habiendo sin duda.

Llego el momento, y al fin pude desentrañar parte de los secretos encrespados con los que te me aparecías. No dudo que me sentí algo desilusionado, no por lo que vi, sino por lo que pensé que dejaría de ver. Pero ¡Ay del que descubrió las indias pensando que descubrió el mundo! pobre incauto, ¡Navega hacia este, oeste, norte y sur y verás lo que es la inmensidad! Así que hubo puertos, muchos puertos. Navegué, navego y navegaré. Navegamos, navegamos y navegaremos mientras sigamos en el mismo barco. Parece que tengo a mi blanquita flor para rato. Indudablemente alguna vez encallé, y debido a mi condición humana seguramente lo volveré hacer, vi sirenas con sus cepillos áuricos y vi tantos monstruos... ¿Pero acaso esto no es parte del viaje?, que la vida no es contrato ¡Leñe! Viajamos, tanto al extranjero como al cruce de la esquina, y te digo que no volvería ni a Logroño, ni a Santander, ni a Gijón, ni a Valencia, ni a Barcelona ni siquiera a los Picos de Europa, y no volvería porque no puedo, porque lo escrito hasta aquí forma ya parte de lo que fuimos, pero no te desanimes, porque aún queda viaje, largo o corto, el tiempo lo decidirá. Y en ese camino decidiremos lo que en futuro seremos. Pero que no decaiga, que aquí me tienes, a tu lado.


viernes, enero 12, 2007

De perspectivas

El topo dijo:

Cuando lo puntual muere
sólo la sabiduría puede resurgir,
vaga, pero imperecedera
y con el látigo del tiempo en mano
fustigó y fustigará a los hedonistas del momento,
a los sueños etílicos, a la sangre caliente, a las edades
y a los que con gafas de sol cedieron su alma en la metamorfosis
así lo hará
porque así lleva haciéndolo toda la vida.


La mariposa dijo:

Cuando lo puntual muera
tintará de negro la lucidez,
pues en este pretérito fue cuando tubo sentido,
el cielo descenderá hasta el suelo
para impedir visionar tal afrenta,
y nuestro crecimiento se invertirá, hacia la tierra,
nosotros, ahora tallos, permaneceremos inmóviles


La Secuoya dijo:

Cuando lo puntual muere o muera
deberéis mirar vuestro ombligo,
pues es ahí donde hallaréis camino,
si creéis entenderlo seguid,
sino marchitad,
pero pobres iracundos,
bajad la voz que necesito vivir en paz.


domingo, diciembre 17, 2006

Vuelta a la vida

La vida vuelve a resucitar desde la misma pelvis que la vio nacer. Lo romántico vuelve a despuntar desde el mismo sitió en el que en un pretérito lo hizo. Y mi existencia pereció para volver al mismo lugar que ocupaba. Bendita felicidad.


viernes, diciembre 08, 2006

Mirando al mar con el lápiz suelto.

Arpas funerarias deleitan al personal infame,
Tortugas radioactivas queman su tez,
Y en su oscuro letargo,
Fingen poseer vida.

La liga de los sabios los desprecia,
Por su parecido fondo, la carne.
Se gana lo suficiente en vida dicen,
especulando con la muerte.
Muerte son a nuestros ojos,
Y con cubos de pintura se convertirán,
en coloridas golondrinas danzantes,
alegres, felices pero distantes.

Mientras tanto el lúgubre paso del tiempo
Colocará a cada uno en su casilla,
y mientras miren con lucro
sé que tendré suerte.



viernes, noviembre 03, 2006

Rojo, vida.

Vivo en un pequeño reducto del mal llamado pañuelo. En realidad ni siquiera sé si vivo de una forma continuada, parece que por aquí todo se reduce a una fogosidad temporal, a un simple momento de lucidez en la inmensidad del tiempo, en un juego ajeno que corre tan rápido que sólo deja entrever la imposibilidad de atraparlo. Los campeones sin nombre de lo lúdico se ven desplazados del tablero con la salida del sol y dan paso a otro tipo de sabios que vienen abrazados de lo pintoresco. Las auras emergentes se refugian en la nocturnidad, se ven inmersas en el mar protector de las provocaciones, y fragancias corrosivas actúan de teloneros, creadoras incansables de telones. La voluptuosidad del aire es roja, el mismo rojo que el de la vida, el mismo que nace en la comisura de unos labios de carmín y muere en alguna de las lagunas inundadas de soledad.

Este era otro día en el que me volvía a encontrar sumergido, un día particular en el común de los días, sentí que el timón de la nocturnidad se dejaba acariciar y moldear por mis manos con un poder casi demiúrgico, acaso producto de una credulidad ciega. Mis ojos empezaban a moverse con la rapidez de un ser aterrado, observaban incesantemente personas, personas que podrían ser yo. El simple fluir cotidiano me arrastró hacia una tasca, aún creyente de mi incredulidad. Antes de entrar adopté una postura erguida, convencido puntualmente de que toda mi vida fue altiva.

Cuando quise darme cuenta, me vi inmerso en un local alargado de estrechas proporciones, con un espacio vacío en el primer tramo debido a la ausencia de mesas, que como el sol, se disponían al amanecer para morir poco después y renacer al día siguiente. Me adentre con decisión, hasta que mi visión alcanzaba poco más de un metro y medio. Anduve hasta la barra pidiendo un deseo y lo engullí sin miramientos, cada trago que seguía al anterior hilachaba, más si cabe, lo que en un pasado fue presente y por ende ejercía un fuerte vínculo con el status quo, como yugo del destino, que a capricho une o separa vidas. Alguien pareció surgir entre la neblina, una mujer, ciertamente atractiva, y poseedora de unos grandes senos. Se posicionó cerca de mí, la miré fijamente y pude discernir en sus ojos cada uno de los ríos rojos de vida que los surcaban. Ella parecía mantener mi mirada, incluso consiguió ejercer sobre mí cierta influencia que hizo desaparecer la nube que separaba nuestros cuerpos. ¿Tienes fuego?, me preguntó. Y yo, no sin cierto gesto de frustración, afirmé con un simple movimiento de cabeza, y seguido extendí el brazo portador del mechero. Ella me lo arrebató con fogosidad, como si habiendo interpretado correctamente mi gesto quisiera reparar el daño causado. Lentamente depositó el cigarrillo entre sus labios, estaba seguro de que aquellos labios en algún pasado, no muy remoto, habrían sido fruto de las pasiones de hombres de toda condición. Giró su cabeza, sin duda dejándome apreciar su mejor perfil, para que su humo se perfilase sobre los demás. Me devolvió el mechero, y se sentó a una distancia prudencial sobre un taburete de bajo coste, lo suficientemente alto como para poder imaginar los entresijos de sus imponentes piernas. En su soledad mantenía un silencio sepulcral, pero a cada bocanada, el disidente humo intentaba frustrar ese silencio, creando un agravio a la misma boca que lo vio nacer. Yo no me atreví a importunarla, la sellazón de sus labios parecía contener mayor fe que cualquiera de las religiones oficiales. Pidió un wisky cola, y Manuel diligentemente se lo sirvió. Tragaba y tragaba como quizás tubo que hacer en el pasado, esos aciagos ojos no engañaban. No pude aguantar más. ¿Cómo te llamas?, pregunté, y con una mirada inteligente me respondió demostrándome lo absurdo de mi pregunta. ¿Qué sentido tenía preguntar el nombre de los que nunca son llamados? Su esoterismo había ganado el pulso a la poca razón que en mí quedaba, y aunque parca en palabras, fue tan certera que la creí capaz de desentrañar el significado de la esencia de la vida con apenas palabras. En mi ensoñamiento llegué incluso a olvidar su presencia física, momento que aprovechó para dejar una magna estela desde el lugar donde se encontraba hasta la salida por donde entró. La realidad se me volvía a escapar…

viernes, octubre 13, 2006

Luz naranja

Sobre un riachuelo de brocha gorda se deposita mi mirada naranja en incontables puntos de luz, en ésta atmósfera expresionista, lentamente descienden trozos de mí, compuestos de la misma materia con la que los dioses crearon la vida, depositaria ésta de reflejos semejantes al del diamante, pero con el valor de la nada. Una a una caen y mueren en el mismo sitio que les vio nacer, la tierra. A su paso erosionan trozos de vida dejando miserables estelas que manchan rostros con pretéritos altivos y en su agonía consiguen dejar emerger ante esos rostros una de las verdades universales: el amor mata. La balanza eterna sigue impasible su curso, y así seguirá. Mientras tanto, desequilibrado, reniego de mi condición humana que sólo me ofrece la ventaja de saber esa verdad: el amor mata.





viernes, octubre 06, 2006

7670

En un día como hoy, hace 7670 días, mi aún diminuto cuerpo vio la luz por primera vez, parece éste un dato sin mucha importancia a priori, pero mis conocidos se han empeñado en montarme el belén, en felicitarme por tal hazaña, como si yo fuera el Mesías transitorio de alguna nueva orden y ellos los súbditos, súbditos estos tan sibaritas, que serían capaces de rememorar este hecho cada 8766 horas en un complejo ritual. Y mire usted, caminando por estos derroteros, hoy en día, se llegaría al indudable final del término freak para catalogar a mi entorno ¿no cree? Menos mal, que dispones en estos casos de ese antiguo cetro de la doble moral, siempre tan útil, para poder salvarnos de tal apuro.

No voy a decir que no es agradable recibir siempre algo de atención del prójimo, pero a mí, personalmente, me hace sentir ridículo recibirla en estos casos, tu mera existencia merece ser celebrada parecen decir, mientras algún avispado enfoca ese júbilo hacia alguna corte anglosajona, hacer oro de lo absurdo es algo bastante común y poco sorprendente en el status quo, para que engañarnos.

Llegados a este punto, cumpliré el pacto acordado conmigo mismo hace 3945667 minutos y 42segundos, me mantendré lo más al margen que pueda, siempre y cuando no hiera la sensibilidad devota de nadie.

sábado, septiembre 30, 2006

Sin título

Ay de la soledad del sueño,
por no querer querido
y por conocerte,
oh mi desconocida roca,
dañino.

Soy ya tu morada virtual,
y beato en tu esotérico altar.
Tú en cambio, desconfías
y perdiéndote en él
transformas el agua en lodo,
agrietando el sauce que quiso de ti beber.

Te he vuelto a ver en el mercado
tu cara dibuja una circunferencia
como la mejor de las pintadas lunas
y en ella, se desarrollan pequeños agujeros negros
que abarcan la eternidad de tu nombre
mientras sobre mi calzado de paja
en un indómito baile, tu pelo se distrae .

A la vuelta,
el frió del amor amado me consume
y entre harapos, sin alforja,
maldigo la eterna y sórdida rotación terráquea,
que por renacer, no para,
arrastrando consigo
obsoletos nacimientos.