sábado, enero 21, 2006

La gran ignominia



Hoy quizás sea otro día de esos, para el olvido. Uno de esos momentos en que los que toca darme cuenta, o acordarme, de la desidia que me asola los demás días. La tuberculosis, el paludismo y el SIDA arrasan diariamente el continente negro. Y además de eso la escasez alimenticia: ¡Cuán es la impotencia que se siente al verse reflejado en los taciturnos ojos de la hambruna! El agravio comparativo con el tercer mundo resulta devastador para cualquier tipo de moralidad o ética. ¿Qué precio debemos pagar por la evolución? ¿El del constante homicidio voluntario? Si a de ser así, me temo que el uso de la razón no ha hecho más que convertirnos en mayores animales que los propios animales.

Algo me dice que esto no es algo intrínseco de la condición humana, que es algo más asociado a la voraz economía de mercado y al consumismo extremo. El capitalismo actual supone la desigualdad económica por antonomasia.

Y solo tengo una cosa clara, si ni tú ni yo podemos hacer nada para evitarlo, nadie podrá. El océano no es el mismo sin cada una de las gotas que lo componen.