La vida no es más que una continuo devenir entre el llanto y la risa, entre el negro y el blanco. Sí, así es la vida, como en un sofá, en donde la realidad física y la onírica nos confunden, siendo la única salida la propia contemplación, esa que debería ser capaz de podernos decir lo que es cierto y lo que no.
De esta forma pasan los días. Sin saber quien somos.
De ahí que yo también sea un trashumante de sofá.
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