martes, agosto 08, 2006

Guardián del cosmos

Guardián de las estrellas me nombró, para no herirme, sugiriendo que así tendría algo en lo que ocupar mi tiempo, algo con lo que poder consumir mi pena. Y yo, como de costumbre, empecé a maldecir mi sino como un cobarde incapaz de afrontar su vida. Otra vez se repetía la historia, la misma de todos los eneros, la misma en la que me volvía a convertir en un mendigo de amor. Y en esta ocasión tenía la extraña sensación de que el llanto no iba a ser suficiente.

Allí estaba yo, como atlas, cumpliendo mi castigo, ojeando el cosmos contemplativo, sentado en un banco con propaganda de alguna caja de ahorros local, cuando un frío interior empezó a ahogarme y mi carne se tornó trémula. Un abismo de sentimientos se golpeaban entre si dentro de mi cabeza como si de unos coches de feria se tratase. En mi soledad era una presa fácil, y la noche cubierta de diamantes se abalanzo sobre mí. Por más que me hubiera prometido a mí mismo cumplir aquel cargo, un momento fue suficiente para que el destino lo finiquitara, y así saldar su deuda. Malherido, mis ojos se empezaron a derrumbar, y en un lapso de tiempo pequeño perdí el conocimiento.

Cuando los parpados se volvieron a alzar habían pasado ya 5 años. Cinco años sin significado, cinco años sin avatares, cinco años sin mí. Me desperté bajo un tejado de carmín de una casa acogedora. Imborrable permanecía aún el recuerdo de lo sucedido, parecía estar hecho de la misma materia que un mal sueño. Aun así, siento cierta añoranza, como si mi alma aún sería parte de una de las repeticiones de aquel original pecado. Incluso en cierto momento de pánico o de lucidez, pensé que todo lo que le sucedió a aquello no era sólo una repetición, sino que formaba parte de un todo, un ser formado por desbaratados desahucios. Un momento de estupor se alzó en ese mismo instante sobre los demás. Cuánto tiempo llevaba dormido, me preguntaba, no fueron cinco, no señor, fueron más, me repetía constantemente. Mientras tanto, mi pluma neuronal discurría entre recodos, cuando una forma empezó a revolotear a su alrededor. Una forma capaz de reducirnos a lo esencial, la base de la vida inteligente, se trataba de la primitiva estructura del ácido desoxirribonucleico, también conocida como ADN. Poco a poco las dos visiones se empezaron a fusionar entre si, con un inicio claro, pero sin un final aparente para unos ojos cansados.

4 Comments:

At 2:57 a. m., Blogger Topacio said...

Inquietante tu relato. Un querido profesor mío nos decía que somos cajitas de ADN.

Gracias por tu visita.

Saludos.

 
At 12:06 p. m., Blogger Darkhorse1974 said...

ay! los brazos de morfeo. Curioso relato.

 
At 4:28 a. m., Blogger el mono azul said...

Esta combinación entre recuerdo y pluma, supongo, puede crear infinitas figuras y expresiones dependiendo del momento, el estado y las ganas.
Procuraré estar atenta no vaya a ser que Goya y "el sueño de la razón produce monstruos" me ronde esta noche la cama.

 
At 11:24 a. m., Blogger neus said...

canta Calamaro "no sé si estoy despierto o tengo los ojos abiertos"...

Salud!

 

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