lunes, julio 24, 2006

La alegoría del champu

Siempre que me ducho tengo la misma extraña sensación, una sensación de artificialidad al aplicarme el champú en la cabeza y un pensamiento sobre su posible necesidad que me picotea la cabeza sin reparos. Entiendo perfectamente su significado, pero aun así nunca me he atrevido a llevar acabo su conclusión, la de dejar de usarlo. No sé por qué, hay algo en él champú que me une a él, algún tipo de artificioso vínculo social que me ata irremediablemente y que, mediante una falsa ética, me induce a tenerlo en cuenta.

Cuando termino de acicalarme siempre froto mi pelo como hacia Aladino con su mágica lámpara, con ansia pero a la vez sin ningún tipo de brusquedad, en una breve danza inquieta de dedos. Ésta es la única forma que tengo de pedirle perdón a mi cabello, de redimirme por lo incierto del ungüento que le suministro. El curso del tiempo que le sigue se convierte en una trashumancia por los más variopintos pensamientos, hasta que un sonido, color u olor los encorseta en algún zulo de mis adentros y deja abierto el paso hacia la trivialidad cotidiana, lo justo para poder dar unos pasos por el estrecho pasillo de la casa y vislumbrar una caja sobre la que levita un aro celestial. Y me pregunto ¿Cuál será su sexo?

2 Comments:

At 11:10 p. m., Blogger Darkhorse1974 said...

Me has echo reir, gracias :D

 
At 6:54 p. m., Blogger Josu said...

No era esa mi intención, de hecho buscaba más bien lo contrario, eso es lo bonito de las personas que cada una codifica y decodifica los mensajes de un forma diferente. Bendita diversidad que es capaz de sacar risas de algo que no las merece. Gracias a ti.

 

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